28 de junio de 2013

HÉROES POPULARES


 Al juez Castro, los fiscales Anticorrupción y tantos otros.

Ya hace más de cinco años que empezamos a trabajar en este blog, en otra ubicación hasta que migramos a la actual. En la primera entrada -"¿Por qué un Observatorio de la corrupción y el fraude fiscal?"- aludíamos a cómo la corrupción ataca las raíces de la democracia y el Estado social  de derecho, y expresábamos nuestra preocupación por la falta de sensibilización social ante este fenómeno y también por las “sórdidas campañas de acoso y desprestigio contra quienes la denunciaban, investigaban y perseguían”. Pues bien, pese ser víctimas de prácticas mafiosas de toda índole (algunos pretenden defenderse así de las imputaciones), “quienes la denunciaban, investigaban y perseguían” han estado ahí desde entonces y, créannos, no les ha resultado fácil.

Por esto nuestra última entrada va por ellos, auténticos héroes populares: el juez Castro y los fiscales Anticorrupción por haber soportado más notoriamente todo tipo de maniobras sucias, campañas de desprestigio y presiones, en el más puro estilo Corleone, pero también para todos los demás: otros jueces que con independencia, dedicación y valentía instruyen y enjuician los casos de corrupción; los miembros de la Policía Nacional y Guardia Civil que han colaborado en las investigaciones; los funcionarios de la Agencia Tributaria que no se han rajado frente a los de arriba y han mirado sólo por la justicia y los ciudadanos a los que se deben (que los ha habido y los hay, pese a los “cristinos”); también los funcionarios de los juzgados que han puesto tiempo y dedicación más allá de lo que les era exigible para sacar adelante ese trabajo.

Ellos son héroes populares, quienes no en ficticios mundos mitológicos sino en el día a día llevan a cabo acciones que acaban transmutándose en hazañas por la adversidad a la que han de hacer frente, el gran poder e influencia de aquellos a quienes persiguen, la hostilidad del contexto social que arropa a los inculpados en una sociedad local como la nuestra, la limitación de los recursos con que cuentan.

Y además a favor nuestro, de los ciudadanos, de todos nosotros y no sólo de algunos particulares o de algunos partidos que buscan exclusivamente su beneficio; a favor de más democracia, de mejor gobierno, de intentar recuperar para las necesidades sociales lo que algunos han detraído y desperdiciado. Ellos son los mejores representantes del servicio público, la antítesis de quienes incurren en corrupción. Por eso los sentimos como nuestros. Muchas personas en un momento u otro nos han dicho: “me gustaría darle las gracias al juez Castro”. Esta entrada va de eso.